martes, 15 de febrero de 2011

Los chakras, el Chakra Cardíaco



Continuando la serie de los Chakras, el Chakra Cardíaco es el cuarto chakra, llamado Chakra Anahata en Sánscrito. Es un chakra simbolizado por una flor de 12 pétalos, situada a la altura del centro del pecho, influenciando a los órganos corazón, pulmón y timo. Está relacionado con la circulación de la sangre y el sistema inmunológico. Su elemento es el aire y su color predominante es el verde, aunque tiene también matices rosa. Sus gemas son la turmalina verde y rosa, la kunzita , la amazonita, el berilo, la esmeralda, el zafiro verde, jade, malaquita, moldavita, peridoto, turmalina, diamante, cuarzo rosa y otras gemas de color verde, así también como algunas de color rosa, el color que toma cuando está totalmente equilibrado.

El chakra Anahata tiene que ver con la paz, la armonía, la satisfacción, prosperidad, belleza, esperanza, auto- respeto. Tiene que ver también con el aprendizaje, el crecimiento y la fertilidad. El color verde de la naturaleza trae paz y sanación a nuestras vidas, y es el color del chakra del corazón. Cuando este chakra está bloqueado, la persona puede perder autodisciplina, tener dificultad en sus relaciones personales, ser reservada y melancólica, con inestabilidad emocional, tornarse dependiente de otras personas y tener tendencia a la pereza y la depresión.

Son siete los chakras principales del cuerpo humano, los tres primeros nos mantienen apegados a la tierra desde las pasiones, el instinto, la supervivencia, son energías cálidas y pesadas, los tres últimos nos conectan con las energías altas y frías del cielo, están relacionados con lo divino, con lo etéreo, con la inteligencia suprema. El cuarto chakra está en el medio de todos, es el chakra puente, es el nexo entre los dos mundos. Es el puente entre el cielo y la tierra. Es la mitad de camino entre el entre el Instinto y la Sabiduría. Es el hombre.

El ser que se encuentra debajo del corazón, tiene energía de naturaleza animal, el ser que se encuentra arriba del corazón, se acerca hacia lo divino, es el que analiza con precisión, el que observa.

Cuando el ser que tiene un perfecto equilibrio de chakras “comprende” las dos partes, se maravilla desde el intelecto y se emociona desde su raíz, se compromete, siente amor y compasión por los seres vivos, llora, ríe, comparte, juega y reza. Es el hombre iluminado, el que dejó la oscuridad de las cavernas y se irguió sobre sus pies para seguir al sol.

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