
Según las enseñanzas orientales, el ser humano se nutre de una energía que llaman Qi, la cual en parte es generada por los alimentos, el aire, el agua y los planetas. Pero reconocen también cierta energía que se genera en el interior de nuestros órganos, la cual es “emanada” a nuestro alrededor, es nuestra bioenergía.
Esta energía interna es como una batería, tiene cargas positivas y cargas negativas. Deben estar en equilibrio para lograr el correcto funcionamiento del cuerpo humano. La energía asociada al polo negativo (-) es la energía femenina, tenue, suave y fresca, mientras que la energía asociada al polo positivo (+) es la masculina, fuerte, caliente, volátil.
La energía se acumula en nuestro cuerpo pero es un bien que se pierde más rápidamente de lo que se genera. A veces extraemos demasiado de esas energías sin darnos cuenta, pensando que es un bien inagotable, y nos creamos un futuro de enfermedad para nuestra vejez.
Por suerte, parte de las energías gastadas pueden absorberse con ejercicios, como ejercicios de yoga o de Qi Gong (occidentalizado como Chi Kung) y es controlable a través de la práctica sostenida de la meditación. La mente puede mover la energía.
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